¿Acaso se necesita un gen especial para viajar o poseer una actitud de viaje?
Tal vez. O no.
Varias personas visitan el mismo lugar. Mientras algunas se quejan, del frío, del calor, del agua, del viento, otras personas lo disfrutan como regalos de la vida.
¿Cuál es la diferencia entre viajar con Actitud y no querer viajar nunca más?
Viajar es como enamorarse?
Parece que cuando viajamos, nos transformamos un poco en esto que nos pasa cuando nos sorprendemos por algo que nos gusta mucho, una suerte de enamoramiento fulminante, avasallador, que te cambia y transforma para toda la vida.
Abrimos a la posibilidad de conocer algo distinto a lo que tenemos siempre. Nos ponemos en un estado de tensión, haciendo justamente lo contrario a lo que nos indica el mundo actual: Nos vamos a dormir en una cama que no es la nuestra, vamos a comer comida que no acostumbramos en casa, ni en nuestro restaurante favorito, vamos a conocer gente nueva y no a nuestros amigos de siempre que ya sabemos cómo tratarlos. Es Algo parecido a enamorarse, embobarse con una persona que te cambia y te transforma lo que conoces hasta ahora. Haces cosas que no haces siempre, que no has hecho nunca y te sorprendes con cada cosa que te cuenta.
El Gen viajero
El “gen” viajero, es simplemente aquel presente en las personas que encuentran en sus vidas algo valioso que no necesitan de su “seguridad” para ser felices, porque pueden serlo en cualquier lugar, con cualquier persona y en cualquier circunstancia. De hecho, hacen justamente lo contrario: son felices con estar en lugares, comidas, gentes que no son las de siempre.
Con amigos comentamos esta necesidad que se nos da a veces cuando hemos dejado de viajar. Pasa un tiempo y te empiezan a picar las manos, te sientes cansado, apesadumbrado, incluso como que faltara el aire. Como estando fuera de tu elemento. Porque viajar tiene que ver también con respirar, con que necesita un poco de espacio de libertad y de estar en otros lados.
La sensación de inmensa felicidad con saber y conocer cómo se hace o como se dice en otro lugar. Porque necesitamos referenciar nuestra realidad en otros sitios. Imaginarnos tal vez como seríamos nosotros viviendo ahí, poder ver las diferencias y similitudes, Saber qué decir y cómo hay que decirlas. Quedarse atento y curioso del entorno, conocer sin invadir ¡Cuántos ejemplos no hay al respecto!
Les planteo que debe haber un gen dominante en las personas que les gusta viajar, que les permite un arrojo, entrega y distancia de las comodidades distinto a lo habitual.
La Actitud de viaje
Tiene más que ver con el dejarse llevar por lo que pueda suceder y no con lo que tienes programado. Sabrás si has viajado antes, que puedes tener tu ruta programada, pero algo puede pasar, cambió el tiempo, no andas con la ropa adecuada, se retrasó un vuelo, deberás tomar otro camino para llegar.
Uno puede leer miles de folletos, puede revisar cada uno de los catálogos de información oficial, puede incluso buscar mapas y saberse los caminos de memoria pero nunca será lo mismo que vivir un viaje, experimentar la adrenalina de estar en un lugar donde no conoces a nadie y nadie te conoce a ti.
Yo creo sinceramente que sí, que hay algo distinto entre los que se van a la aventura y necesitan estar siempre provocando en sus vidas viajes que les permitan hacer un alto, un hito, un espacio en sus vidas y los que no.
Gen o Actitud o lo que sea; debe haber algo, que les ha hecho tomar el viaje como una forma de vida o han acomodado incluso su estructura familiar y profesional, para no dejar nunca el concepto de tomar la maleta y partir a buscar el tesoro tan preciado, el viaje!
ACTITUDES para viajar
Curiosidad
Es Imprescindible. El motor para salir a descubrir. El deseo de conocer es básico cuando emprendes camino. La mirada dispuesta, alerta. La cabeza y el alma abiertas para todo lo que te vas a encontrar. Todo está ahí, esperando ser encontrado. Hay que dejarse llevar, si buscas lo que otros ya han encontrado no será tu viaje, será el suyo.
Humildad
Cuando uno sale al mundo, aunque sea al más cercano, debe salir con humildad. Para aprender del lugar al que llegas. Para poder conectar con la gente. La soberbia, si la hay, es mejor dejarla en casa. Si te la llevas, te amargará el camino. No lo olvides conocer las limitaciones propias.
Empatía
Los viajes no son los sellos que acumulas en un pasaporte ni siquiera las fotos más hermosas que vas sacar. Los viajes son, fundamentalmente, las personas que conoces en el camino. Con las que compartirás un pedazo de vida. Identificarse con el otro y conectar con él te proporcionará grandes e impagables encuentros. Y ese conocimiento no lo encontrarás en ninguna guía ni en ninguna lista de imprescindibles. Eso es patrimonio exclusivo de cada viajero.
Confianza
Confianza en ti como viajero y en los demás. En el vecino de ese pueblo que te recomendará la ruta más espectacular, El que te dará las claves para recorrer la ciudad, El que te señalará con el dedo lo que te estabas perdiendo. El que te dirá cómo se come ese plato para que sepa a gloria bendita. El que te contará la intrahistoria de ese nuevo destino al que has llegado. Confianza en los viajeros que han llegado contigo o en los que lo hicieron antes. Su experiencia sumará a la tuya.
Gratitud
Sé agradecido. Al que charla contigo. Al que te saluda en el camino. Al que te sugiere personas o lugares. Al que te aloja en su casa aunque no serán amigos para siempre. Al que te invita a comer en su mesa. Al que responde a las preguntas que le haces. Al que comparte su tiempo y su conversación sin conocerte. Al que te enseña lo que sabe. Al que te indica cómo llegar al destino.
Paciencia
Porque los tiempos se suceden como tocan, no como tú lo necesitas. Déjate las expectativas en casa. Y olvídate de la prisa que no es buena consejera.
Párate y mira y escucha. Si surge algún problema la paciencia será la clave para encontrar las herramientas que ayuden a solucionarlo. Lugares donde los autobuses no salgan en hora, lugares donde ni siquiera haya una terminal con un cartel luminoso que te indique cuál es el bus al que tienes que subirte, con toda la paciencia podrás colocar el mapa para recuperar el itinerario correcto.
Contemplación
Para viajar hay que ejercitar la contemplación, esa capacidad de poner la atención en lo que se nos muestra en el itinerario. Detenerse ante paisajes espectaculares, antes personas buenas. Mirarnos para descubrir cómo la ruta nos va convirtiendo en otros. Mirar lo que tenemos delante para no perdernos nada de lo que se nos está ofreciendo. Mirar a otros para entender qué nos cuentan aunque no entendamos su idioma.
Alegría
Alegría por lo que vas encontrando. Alegría por pisar un sitio nuevo, por subir una nueva montaña, por una nueva puesta de sol, por haber llegado a una nueva estación y haber disfrutado de los trenes, por escuchar otro idioma, por encontrar otros libros, por nuevos sabores, por haber recorrido un tramo más, por esa vista incomparable, por esa conversación inesperada, por la experiencia, por el amigo nuevo que has sumado, por los viajeros que compartieron el camino. Alegría por el mundo abierto y dispuesto.
El viaje perfecto es el que haces tú. Con todo lo que implica. Con estas 9 actitudes no te perderás nada y sumarás mucho más que destinos.
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